Calcio: Todo lo que necesitas saber.

¿De dónde obtienes el calcio?

Una de las primeras preguntas que nos lanzan los familiares y amigos preocupados cuando descubren que te has hecho vegano y evitas todos los productos de origen animal, incluyendo los productos lácteos, es: “¿De dónde obtienes el calcio?” Empieza tu diálogo con ellos dando por supuesto que los interlocutores tienen un sincero interés por expandir sus conocimientos sobre la correcta nutrición – en lugar de tan sólo intentar demostrar que tu dieta es deficiente, y de justificar su afición diaria a tomar el helado casero con pasta de cookie y virutas de chocolate de Ben and Jerry’s, y el queso brie francés madurado hasta la perfección y acompañado con una botella de delicioso vino blanco seco.

 

La mala información es promocionada para obtener beneficios

Todos nosotros hemos crecido educados sobre la nutrición correcta por las industrias alimentarias, y el líder en la “instrucción dietética” es la industria lechera. Puede que recuerdes, que en el centro de estas campañas instructivas ha habido una “vaca profesora”. En mi juventud, viviendo en el medio oeste, aprendí sobre la importancia de “la leche para construir huesos fuertes” gracias a Elsie, la vaca. Lani Moo se hizo cargo de mi educación con eso de “nunca perder con la edad mi necesidad de leche” cuando me trasladé a Hawai como joven médico a principios de los años 70. A mediados de los años 80 nos instalamos en el norte de California donde Clo, la vaca, proporcionaba consejo afín a los lácteos desde las carteleras que bordean la Autopista 101. Estas vacas son inocentes participantes en los enormes esfuerzos de marketing para vender productos orientados a corregir un problema inexistente: la deficiencia dietética de calcio.

Un nutriente destaca como especialmente abundante en los productos lácteos: el calcio. Era de esperar que los vendedores explotasen esta característica para vender la leche de vaca a sus clientes. Para conseguir esto tenían que crear el miedo de que sin sus productos, excepcionalmente ricos en calcio, las personas sucumbirán a la enfermedad – en este caso a la fragilidad de los huesos. En los EEUU, el conjunto de las industrias lecheras representan un negocio de más de 50.000 millones de dólares al año, que gasta 206,5 millones de dólares anualmente para difundir el mito de que los productos lácteos son no sólo una opción saludable, sino que son esenciales para evitar caer enfermo [1]. Ellos escriben: “Para satisfacer las recomendaciones de calcio, a menudo se necesita un mayor consumo de alimentos ricos en calcio tales como la leche y otros derivados lácteos. Desafortunadamente, pocos norteamericanos consumen suficiente calcio, incrementando de ese modo su riesgo de serias enfermedades crónicas tales como la osteoporosis” [2]. Y su táctica del miedo está funcionando: en la actualidad, el ciudadano medio consume más de 269 kg de productos lácteos al año, en comparación con los 236 kg de 1983 [3].

 

El calcio es un mineral que se encuentra en el suelo

Preguntémonos en primer lugar, ¿de dónde procede el calcio? Es decir, originariamente. La fuente de todo el calcio es el suelo de toda la tierra. Los animales no se comen la tierra – así que ¿cómo obtienen este mineral esencial? Las plantas absorben este elemento básico, presente en soluciones acuosas, a través de sus raíces, y entonces lo incorporan en sus diversos tejidos – raíces, tallos, hojas, flores y frutas. Los animales después comen partes de las plantas para obtener el calcio y todos los demás minerales esenciales. Actuando como único conducto, las plantas están repletas de minerales, en cantidades suficientes para formar los esqueletos de los mayores animales que pisan la tierra, como el elefante, el hipopótamo, la jirafa, el caballo y la vaca. Puesto que estos sólidos huesos pueden ser formados a partir de las materias primas de las plantas, se puede suponer que existe suficiente cantidad de calcio en los alimentos vegetales como para formar los relativamente pequeños huesos de un ser humano. Las observaciones actuales y la historia humana lo demuestran: la mayoría de las personas que han pisado esta tierra han formado sus esqueletos adultos de tamaño normal sin la ayuda de la leche (aparte de la leche de la madre durante los dos primeros años de vida) y sin píldoras suplementarias de calcio concentrado.

 

El calcio es un nutriente necesario

El calcio es esencial para todos los organismos vivos – microbios, plantas y animales. El cuerpo adulto medio contiene aproximadamente 1 kg de calcio. Esto representa el mineral más abundante del cuerpo humano y los huesos sirven como un depósito importante de almacenamiento de este calcio – el 99% del mismo se encuentra en el esqueleto en forma de sales de fosfato de calcio. En los mamíferos, el calcio juega un papel crucial en diversos procesos que van desde la formación del esqueleto hasta la regulación de las funciones del tejido nervioso y de los vasos sanguíneos. El balance de calcio es mantenido mediante la acción de tres sistemas orgánicos – el tracto gastrointestinal, los huesos y los riñones.

Estos tres órganos son precisos y eficientes a la hora de regular la cantidad de calcio que hay en nuestro cuerpo. Si nuestra dieta es relativamente pobre en calcio, entonces las células del tracto intestinal actuarán más vigorosamente y absorberán un mayor porcentaje de calcio de los alimentos. Al mismo tiempo, los riñones actuarán para conservar el calcio del organismo. Por otro lado, si seguimos los mensajes de las industrias del calcio y empezamos a consumir vasos de leche o puñados de suplementos entonces las células intestinales actuarán con su inteligencia innata para bloquear la entrada de la mayor parte de este calcio concentrado, y los riñones eliminarán simultáneamente cualquier exceso. Si no sucediera esto, entonces la afluencia de un exceso de calcio haría que fuese depositado por necesidad en los tejidos blandos del cuerpo – corazón, riñones, músculos, piel – y nos pondríamos enfermos y podríamos morir. Obviamente, el cuerpo tiene muchos mecanismos integrados para asegurar que se mantenga el balance de minerales esenciales – con independencia de lo que podamos elegir en el escaparate de comida rápida.

 

Las necesidades humanas de calcio son sorprendentemente bajas

Un reciente estudio de niños Inuit (esquimales) encontró que su dieta, consistente en gran parte en carne (que casi no posee calcio), proporcionaba alrededor de 120 mg diarios de calcio, pero debido a sus adaptaciones fisiológicas se comprobó que estos niños estaban sanos [4]. Ya en 1978 Paterson escribió en el Postgraduate Medical Journal: “Muchos organismos oficiales dan consejos sobre la ingesta deseable de calcio pero nunca jamás se ha dado una evidencia clara de enfermedad por deficiencia de calcio en personas normales por lo demás. En los países occidentales la ingesta habitual de calcio es del orden de los 800-1000 mg/día; en muchos países en desarrollo se observan cifras de 300-500 mg/día. No hay evidencias de que las personas con una ingesta tan baja tengan problemas con los huesos o los dientes. Parece probable que las personas normales pueden adaptarse para tener un balance normal de calcio con ingestas de calcio tan bajas como de 150-200 mg/día y que esta adaptación es suficiente incluso en el embarazo y la lactancia. Una preocupación poco adecuada sobre la ingesta de calcio puede desviar la atención y los recursos de otros problemas nutricionales más importantes” [5]. Y eso es exactamente lo que los talentosos profesionales del marketing de la industria lechera han hecho con la ayuda de los amistosos funcionarios de la USDA: han situado el foco sobre el nutriente, el calcio, que se obtiene fácilmente en cantidades suficientes con casi cualquier dieta – y al mismo tiempo, han apartado el rayo de luz de la grasa, el colesterol y la contaminación – los componentes peligrosos de los productos lácteos. Una de las formas en que esto se ha realizado es mostrando con sensacionalismo casos raros de deficiencia de calcio en niños con dietas raras.

 

Una dieta anormalmente baja en calcio puede causar raquitismo

En el pasado he dicho que “la deficiencia de calcio es desconocida en los seres humanos”. En otras palabras, no hay enfermedad que haya sido reportada jamás como debida a una dieta con demasiado poco calcio. Esta afirmación estaba basada en una revisión exhaustiva de la literatura científica que abarca las diversas dietas (con y sin productos lácteos) que las personas consumen en todo el mundo. Sin embargo, si se busca con suficiente interés, se pueden encontrar – y explotar – excepciones a las generalizaciones tales como la que yo (y otros) he hecho sobre la ausencia de deficiencia de calcio en las personas.

Se han reportado algunos casos raros de una afección por deficiencia de calcio llamada “raquitismo nutricional”. El raquitismo es una enfermedad de debilitamiento de los huesos en los niños, que conduce a fracturas y deformidad. La causa reconocida de casi todos los casos de raquitismo es un nivel inadecuado de vitamina D debido a una exposición insuficiente a la luz solar. No obstante, en un grado extremo de baja ingesta de calcio, causado por consumir dietas poco comunes, el raquitismo puede darse raramente incluso con una adecuada exposición a la luz solar [6].

Los casos reportados de niños que sufrían de “raquitismo nutricional” caen muy lejos de lo que se considerarían dietas normales. Por ejemplo, se describió el caso de una niña de 16 meses que, debido a su alergia a la fórmula, fue criada con una mezcla de compota de manzana y harina de avena – sin leche hasta después de cumplir el año [7]. (Ella, por supuesto debió haber recibido leche materna durante el primer año de vida). Los autores creen que el elevado contenido en fitatos de la harina de avena mermó la absorción del calcio de los alimentos, provocándole la enfermedad. En otro informe, tres niños, con una edad de 15-18 meses, desarrollaron raquitismo debido a una dieta basada en bebida de soja comercial – no adaptada para bebés – como principal fuente nutritiva durante al menos 6 meses. La bebida de soja tenía un contenido de calcio extremadamente bajo [8].

En el África rural se han encontrado niños de 4-16 años con raquitismo activo que se cree debido a una dieta rica en fitatos con ingestas de calcio estimadas en unos 200 mg/día aproximadamente (un nivel significativamente menor que otros niños residentes en la misma comunidad) [9]. No obstante, un estudio realizado sobre 130 niños etíopes menores de cinco años con raquitismo por una dieta baja en calcio mostró que esta afección era siempre debida a una insuficiente exposición a la luz solar [10].

Así que ¿cómo han cambiado estos casos raros de raquitismo nutricional por consumir dietas extrañas mi afirmación de que “la enfermedad debida a la deficiencia de calcio es desconocida entre los humanos”? Ahora debo añadir al final de la frase esta salvedad: “con dietas naturales”. Las dietas vegetales integrales cubren fácilmente nuestras necesidades de calcio tras la infancia. (La leche humana es el alimento necesario durante los primeros años). Por lo tanto, puedes estar seguro de que es totalmente imposible que tú y tus hijos no logréis consumir suficiente calcio para todas vuestras necesidades con una dieta natural basada en vegetales, como la dieta McDougall basada en almidones. Si desarrollases tal problema, aparecerías en los titulares de todo el país como el primer caso reportado – y entrarías a formar parte destacada de las campañas publicitarias de la industria lechera – un ejemplo perfecto de lo que puede suceder si dejas de seguir su consejo.

La enfermedad debida a la deficiencia de calcio es desconocida entre los humanos con dietas naturales.

 

Se ha comprobado que los productos lácteos son innecesarios para los niños

En contra de las campañas publicitarias de la industria lechera, las revisiones de la literatura científica han concluido que el aporte extra de calcio dietético durante la infancia no construye huesos fuertes. Una revisión publicada en el número de marzo de 2005 del Journal of Pediatrics se centró en los beneficios de los productos lácteos para la salud ósea y concluyó: “Escasas evidencias apoyan las directrices nutricionales enfocadas específicamente en incrementar la ingesta de leche u otros productos lácteos para promover la mineralización ósea en niños y adolescentes” [11].

Un reciente metaanálisis publicado en el número de octubre de 2006 del British Medical Journal encontró que: “El pequeño efecto de la suplementación con calcio sobre la densidad mineral ósea en el miembro superior es poco probable que reduzca el riesgo de fractura, tanto en la niñez como en edades posteriores, hasta un grado de importancia destacada para la salud pública” [12]. Los autores afirman: “Nuestros resultados no confirman la premisa de que algún tipo de suplementación sea más efectivo que otros”. Sus conclusiones significan que los productos lácteos no aportan beneficios reales en el fortalecimiento óseo. Incluso estudios que usaron ingestas de 1400 mg diarios de calcio no mostraron beneficio alguno.

Una editorial que acompañaba a este metaanálisis señalaba que: “Las poblaciones que consumen la mayor cantidad de leche de vaca y otros productos lácteos se sitúan entre las mayores tasas de osteoporosis y fractura de cadera en etapas posteriores de la vida” [13] De modo que ¿significa esto que consumir productos lácteos daña los huesos?

 

La investigación financiada por la industria lechera muestra escasos beneficios para los adultos

El Consejo Nacional Lechero dice: “Consumir una ingesta adecuada de calcio reduce el riesgo de osteoporosis” [2]. Pero ¿es eso cierto? Una reciente revisión publicada en el American Journal of Clinical Nutrition de las investigaciones sobre los efectos de los productos lácteos sobre la salud ósea encontró 57 estudios, y de ellos, 21 estudios fueron considerados como evidencia sólida, dignos de inclusión en esta revisión [16]. De estos mejores estudios, el 57% no mostraron ningún beneficio significativo de los lácteos, el 29% eran favorables y el 14% eran desfavorables. No se mencionó el hecho de que la mayoría de estos 57 estudios estaban financiados por la industria lechera, y que a pesar de toda su influencia sobre la investigación, no pudieron aportar una prueba sólida de que los lácteos sean beneficiosos para los huesos.

Esta revisión incluyó siete ensayos randomizados controlados (un diseño de investigación que los científicos consideran como el más valioso) – seis de ellos venían identificados en la documentación como que estaban financiados por la industria lechera. Sólo uno de estos estudios (que fue financiado por el Consejo Nacional Lechero) estudió los efectos de la leche líquida en mujeres posmenopáusicas [17]. Los resultados mostraban que aquellas que recibieron leche extra (tres vasos diarios de leche desnatada) durante un año perdieron más masa ósea que aquellas que no tomaron la leche extra. Los autores, Recker y Heaney, escribieron: “El contenido proteico del suplemento de leche puede tener un efecto negativo sobre el balance de calcio, posiblemente por un incremento en la pérdida renal de calcio o por un efecto directo sobre la resorción ósea… esto puede haberse debido al aumento medio del 30% en ingesta proteica durante la suplementación con leche”. Por investigaciones como esta, en gran medida financiadas con su propia generosidad, la gente que dirige la industria lechera sabe que la leche no construye huesos fuertes y que la proteína de la leche en realidad daña los huesos.

 

Ellos tan sólo hacen su trabajo – vender leche de vaca a la gente

La observación mundial de que miles de millones de personas desarrollan esqueletos adultos normales sin consumir leche de vaca o suplementos de calcio debería ser suficiente para convencer a todos de que una dieta basada en vegetales es totalmente adecuada, y borrar para siempre de la mente de la gente la pregunta “de dónde obtienes el calcio con una dieta vegana”. Esto sería así si no fuese por los miles de millones de dólares que están en juego.

Incluso a la vista de sólidas pruebas científicas que señalan lo contrario, debido en parte a las campañas publicitarias de 206,5 millones de dólares anuales de la industria lechera, las madres, los médicos y los funcionarios del gobierno se han tragado la propaganda de las industrias lecheras sobre el calcio. La publicidad engañosa podría ser perdonada si las únicas consecuencias fuesen el dinero y el esfuerzo perdido; pero los costes son más graves. El resultado de vender productos lácteos para corregir un problema que no existe – la deficiencia de calcio – es que los consumidores compran alimentos que en realidad les hacen enfermar. Nuestro boletín del próximo mes se centrará en las consecuencias para la salud de creer las grandes mentiras sobre la grasa de la industria lechera.

Por John McDougall
Director médico del Programa McDougall Publicado originalmente en The McDougall Newsletter, Feb. 2007 http://www.drmcdougall.com Traducción realizada por David Román, previa autorización del Dr. McDougall
Publicado en la revista El Vegetariano Vegano N° 26


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